verás un lirio tiritando en la absoluta indiferencia
del pudrir de la madera,
como si a este cuerpo agotado
sólo le quedara matar mientras muere.
Recuerdo aun el olor de mis manos
cuando indagando entre las ortigas.
Nada ni nadie
puede frenarse y gritar
¡yo no muero!
Somos un prólogo a la muerte
en el epílogo de la vida.
Rompemos antes de empezar
-nuestros cuerpos apolillados-
fusilados por el aire
-inaudible e incoloro-.
Y un soplo de aire hizo tiritar
el lirio moribundo bajo mi camisa.
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______Alejandro Fdez-Osorio (Villallana, Asturias, 1984)
______De La exactitud del instante (Vitruvio, Madrid, 2008)
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